Como en un pasadizo recorrí la niebla,
y vi la silueta difusa de dos espectros silentes.
Fue un cantico de susurros gemelos en la gélida brisa,
un alma dividida en dos, con un misterio guarecido en el vientre.
Eran como dos sonrisas lejanas al umbral del sol,
como dos halos de luz quebrajándose en el vacío;
Eran como un vocablo sombrío trizando el silencio,
la analogía del crepúsculo menguando en el frío.
Eran dos estrellas silentes que de la mano danzaban
por las dimensiones dormidas del firmamento;
Una luna creciente que les cobijaba en su seno,
una distancia rota en la faz del viento.
Sonreían con espasmos muertos por la penumbra,
en la concepción de la aurora creciente;
sonreían con espasmos vívidos de gloria añil,
en los recovecos más profundos de este romance impaciente.
1 comentario:
Me recuerda mucho a algo que escribi hace poco, como una gota de leche a una gota de agua.
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